Dice la sabiduría popular que "más vale una vez colorao que ciento amarillo", un refrán que viene a significar que muchas veces es mejor cortar de raiz una situación, aun a riesgo de ser brusco o de que nuestra actuación siente mal, que ir aguantando y sufriendo algo que, finalmente, lo más probable es que acabe explotando y nos deje en tan mala situación como si hubiésemos sido más cortantes al principio, y además después de una larga cadena de desplantes, reveses o contratiempos.
Es un dicho que se aplica mucho, por ejemplo, ante el típico cuñado pesado que se presenta todos los días a cenar "por sorpresa", al principio no le decimos nada por tener un follón con nuestra mujer, pero a la que nos descuidamos descubrimos que el tío tiene un armario lleno con su ropa y el cepillo de dientes en el baño. O cuando un presunto amigo nos pide pasta, por poner otro ejemplo.
Por supuesto, traigo este refrán a colación de la situación entre el PP y UPN, que hoy ha estallado definitivamente tras una serie de capítulos que han dejado en evidencia que Rajoy, pese a lo mucho que presume de sentido común "popular" (en el doble sentido aplicable) no se sabía el refrán o, si se lo sabía, había decidido no hacerle caso.
Y es que parece que el líder del PP y su equipo son incapaces de darse cuenta de que en política, más incluso que en otros aspectos de la vida, uno tiene que tener muy claro que hay ciertos límites que no debe dejar superar y ciertas situaciones por las que debe negarse a pasar. Dicho en román paladino: que una cosa es ser bueno y otra dejar que te chuleen, y en el PP no tienen muy clara la diferencia entre ambos conceptos.
Porque en el peor de los casos, con todo esto el PP sólo va a perder dos diputados en Madrid en las próximas generales y una cierta cuota de poder en Navarra (un poder que ya vemos que no se ejercía con mucho provecho). Además, con una actitud enérgica como la que se ha tenido ahora se transmite una imagen bien lejana de la debilidad pusilánime que se venía exhibiendo y que no creo que fuese muy favorecedora en términos electorale en el resto de España.
Por otro lado, sinceramente no creo que el futuro de UPN sea muy halagüeño en la propia Navarra: Sanz ha quedado como un auténtico traidor (que al fin y al cabo es lo que es, a sus aliados y a su electorado) y como un político oportunista al que parece que la situación se le haya ido de las manos; por si esto fuera poco tras sus exiguas mayorías ya todos daban por descontado que esta sería su última legislatura, por lo que la percepción que se tenía de él era la de un político agotado, que ahora va a dejar una herencia bien complicada a su sucesor.
Finalmente, no conozco la realidad Navarra tan a fondo como me gustaría, por lo que quizá no se trate de experiencias tan comparables, pero la trayectoria electoral (de más de 55.000 votos a sólo 14.000) de la otra formación que ha defendido un regionalismo más o menos de derechas y no nacionalista en Navarra, CDN, parece que refrenda que es mucho más rentable una opción que tenga más de españolista que de regionalista, es decir, lo que le daba el PP a UPN.
Y más duro será todavía ir comprobado como cada día hay menos votos, menos cargos que repartir y, finalmente, menos dinero, porque al PP todavía le queda el resto de España para disfrutar de los momios que tiene un gran partido, pero a UPN... ¿qué le quedará cuando no le quede ni la Caja?
28 octubre, 2008
PP-UPN: Al final, ciento amarillo... y también una colorao
Posted by Unknown at 6:30 p. m. Menéame
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2 comentarios:
El coche fantástico de Benach -¿ése qué estudió?- era sólo un emergente: hemos sembrado España de intereses creados a costa del Erario. ¿Qué tiene de malo volver a ser funcionario de banca, señor Sanz?
Vemos un escenario donde la cultura europea, y todo lo que conlleva, está en peligro. La cultura occidental y sus valores están al borde de la desaparición. Si no ponemos remedio pronto, seremos exterminados en muy poco tiempo. Es irónico pensar que hay muchos europeos que desean este exterminio de cultura y forma de vida. Y me gustaría ver sus caras si algún día un yidahista obliga a sus hijas a vestir un burka (esto ha ocurrido en lugares como Afganistán o Irán. España, Europa entera, no sería una excepción). Seguro que no les hará mucha gracia.
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