24 octubre, 2008

Sarkopierre

La avalancha de socialismo que nos invade (esto sí que va a ser una horda roja y si no al tiempo) tiene entre sus primeras filas un protagonista que me sorprende y me decepciona, seguramente porque pese a mi fachada de hombre duro y pesimista antropológico en el fondo soy un romántico que espera algo bueno de algunos políticos... ¡Hay que ver que ideas tienes, Carmelo!

Pues bien, como les decía ando patidifuso y ojiplático con Sarkozy, que venía a rescatar la cultura del esfuerzo y enterrar el espíritu haragán y rojete de mayo del 68 y ahora lo que está es liderando el sepelio del señor Mercado, el gran culpable desde la covachuela en la que debe estar escondido, como un Bin Laden cualquiera.

Y es que el Mercado tiene la culpa de todo, más que nada porque así los políticos no tendrán culpa de nada y porque, que demonios, el capitalismo - salvaje - desregulado es una excelente cabeza de turco. Por supuesto, que el mercado seamos todos los consumidores tomando decisiones individualmente es lo de menos, es más, no lo vamos a decir mucho no sea cosa de que la gente se de cuenta de que le están echando el muerto encima.

Pero el caso es que los políticos han visto claras varias cosas: la primera que es mucho más fácil clamar contra el capitalismo - salvaje - desregulado que admitir que precisamente ellos (qué casualidad) lo habían regulado fatal y lo vigilaban peor; la segunda que aprovechando que el Potomac pasa por Washington (¡toma ya frase hecha en versión cosmopolita!) la ocasión les viene que ni pintada para meter los tentáculos en todas las parcelas de la sociedad que por ahora estuviesen más o menos libres de su control, pues sólo en su sabiduría infinita garantizará la futura felicidad de sus súbditos, que ciudadanos no va a quedar ni uno.

Y la tercera es que la situación es tan óptima para ampliar su ya inmenso poder que no se van a parar en barras para salirse con la suya: ahí tenemos a Sarkozy, que a partir de ahora yo creo que deberíamos llamarle Sarkopierre en homenaje a su incorruptible y guillotinero predecesor, convertido en poco menos que un peligroso agente revolucionario y avisando de la rebelión de las masas si los políticos fracasan, que no fracasarán, en su intento de robarnos la poca libertad que va quedando como ya nos están robado las carteras para dárselas a los bancos.

Malos tiempos para la lírica, terribles para la prosperidad y peores aún, si cabe, para la libertad.

PD.: No se pierdan el interesante análisis de Ferhergón al respecto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

como poco, me parece un análisis tontuso...

Unknown dijo...

A Sarkozy lo que le mola es chupar cámara, ser el protagonista y hacer frases rimbombantes. De Napoleón está feliz, el tío. Pero eso ya se sabía antes de que gobernara, ¿no? Y hombre, eso de "la ola de socialismo que nos invade", "la horda roja" y Sarkopierre y demás me parece que es pasarse 14 pueblos, incluso como exageración o sátira. Al respecto el artículo de Ignacio Camacho en el ABC del domingo (espero que no sea un periódico socialista) me pareció bastante cabal. Ahí va: http://www.abc.es/20081026/prensa-opinion-firmas/lampedusa-washington-20081026.html