22 febrero, 2010

¿Y a usted cuánto pacto le pongo? Pues cuarto y mitad

Hace ya varios días que la cosa política va sobre el pacto, que si el Rey quiere que los partidos pacten para sacarnos de esta, que si se lo ha pedido el PSOE, que si unos están a favor, que si otros en contra, que si todos en contra, que si según el día…

Este mismo domingo, sin ir más lejos, el presidente del Gobierno ha entrado en la fase dospuntocero del asunto del pacto: después de echarle la culpa de todo al PP ha pedido por favor que pacte, polamódeDios o por el bien de España, elija usted lo que prefiera pero percátese del tono apremiente-suplicante.

A mí, la verdad, no deja de sorprenderme que nos haya salido ahora la necesidad del pacto, como a quién le sale uno de esos granos molestos y purulentos que de repente te encuentras en un lugar cuya existencia casi ignorabas pero en el que todo el mundo parece rozar: el país lleva años si no lustros yéndose al garete y parece que hasta hace dos semanas no nos habíamos dado ni cuenta y ahora hay que pactar a todo meter.

Menudos cracks.

Además, volvemos a ver cómo el virus del consenso se ha instalado en esta sociedad porque, si bien es cierto que no es plan de que andemos a la gresca por todo, tampoco por pactar que lo blanco es negro y lo negro es blanco las cosas van a cambiar por arte de birli birloque. Es decir, que el consenso puede estar bien, o no, pero no es un fin en sí mismo ni una solución mágica y funcionará si se crea alrededor de puntos razonables y, en este caso, económicamente efectivos.

Vamos, que hasta los sacrosantos Pactos de la Moncloa fueron, en lo económico, más bien una gigantesca cagada (vía Barcepundit) así que el posible Pacto de la Zarzuela no tiene pinta de ser el Bálsamo de Fierabrás.

Ahora bien, la magnitud de la cirugía necesaria y la incapacidad, no ya de la clase política, sino de la propia sociedad española para ver la profundidad del hoyo en el que nos encontramos, hacen que sea prácticamente imposible que un partido corte y suture por sí mismo, sin el apoyo de, al menos, el otro gran bloque político.

Pero si ese apoyo no es una forma de lograr hacer lo que hay que hacer y sólo sirve para tapar las vergüenzas de unos y otros una temporadita en lugar de sacarnos de la crisis hará que el viaje hacia el peronismo en el que nos encontramos sea, simplemente, más rápido.

Eso sí, nos convertiremos en la versión europea de Argentina con una alegría y un consenso sin par. Vamos, que no sé que es peor, al menos como dice Bernaldo de Quirós si no hay grossen coalition uno siempre tiene la esperanza (poca, todo hay que decirlo) de que venga otro y lo arregle.

1 comentario:

gonzajda dijo...

Lo del peronismo me parece un paralelismo bastante acertado.