Mi primer recuerdo, muy vago, de un espectáculo deportivo es algún partido del Mundial del 78, teniendo yo cinco años. Algo más tarde recuerdo también entre brumas una final de la Recopa de Europa que el Valencia ganó en los penaltis. De ahí ya al sufrimiento del Mundial 82 y todo lo que vino después.
Y es que los que crecimos durante los ochenta vivíamos con un país en el que nunca, repito, nunca, nadie ganaba nada. Competición tras competición y fuese en el deporte que fuese perdíamos con épica, nos puteaban los árbitros o nos faltaba un poquito, pero ganar, lo que se dice ganar, ni amigos.
Pedro Delgado y su Tour del 88 marcaron una pequeña inflexión, también ese año la pequeña de los Vicario vencía sorprendentemente en Roland Garros, en un partido de tenis en el que oí decir a Matías Prats Jr., por aquel entonces especializado en las emisiones deportivas, una frase que refleja muy bien las penurias que te suponía ser español y seguir el mundo del deporte: “¡Por fin una retransmisión histórica!”, decía Matías entusiasmado y harto de tantos no pudo ser que le había tocado contar antes.
Finalmente, entre Indurain y la Olimpiada de Barcelona algo empezó a cambiar, y desde entonces hemos ganado todo en casi todos los deportes: en el ciclismo cuatro Tours con tres corredores distintos; en el tenis ya antes del formidable Nadal (que va ser y ya es el mejor deportista español de la historia) pusimos nuestra bandera en la arena de París y en muchos otros lugares y ganamos la Davis; en motociclismo el legado del formidable Nieto creció y se multiplicó; en los coches llegaron Carlos Sainz primero y Fernando Alonso después… pero nos faltaban los grandes deportes de equipo.
Y ahora el baloncesto ya nos ganó un mundial, un europeo y casi unos Juegos Olímpicos; y en fútbol hemos ganado la Eurocopa y estamos, quién nos lo iba a decir, en la final de un Mundial.
Estamos en ese lugar con el que antes era imposible tan siquiera soñar, en esa posición de privilegio que antes parecía reservada, precisamente, a los alemanes a los que hoy hemos vencido. Y es que cuando éramos niños siempre deseábamos ser como los alemanes, con esa capacidad para competir y triunfar, con esos equipos que, jugando mejor o peor, siempre llegaban a las finales.
Mañana volveremos a preocuparnos de la crisis, de nuestros políticos y de que quizá sea el último Mundial al que vaya España tal y como la conocemos, pero hoy toca disfrutar: ahora el fútbol es un deporte que juegan once contra once y ganan los españoles.
08 julio, 2010
Cuando deseábamos ser como los alemanes
Posted by Unknown at 2:14 a. m. Menéame
Labels: deporte
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Los JJOO Olímpicos de Barcelona creo que fueron el verdadero punto de inflexión para el deporte español, desde entonces nos creemos que podemos ganar casi todo.
Publicar un comentario