14 octubre, 2005

El pito del tirano

La política exterior de nuestro gobierno nos está llevando a ser algo así como el pito del sereno de la política internacional, eso sí, dado que en la escena mundial no hay nada que pueda parecerse a la entrañable figura del sereno que desapareció de nuestras calles hace años, hemos devenido en el pito del tirano o, mejor dicho, de los tiranos.

Y es que vamos de desprecio en desprecio y, además, siempre provenientes de los más despreciables. Hace un par de días fue el monarca medieval de Marruecos Mojamé, tiranuelo asesino en sus ratos libres que son muchos, el que tuvo a bien dejar con el culo al aire no sólo a nuestro gobierno sino también a nuestro monarca. Parece ser que no ha funcionado la patética política de servilismo y continua negación de la realidad del ministro Moratinos y la Vicepresidenta Fernández de la Vega, que como los buenos toros han humillado primero para ser estoqueados después, y a fe que se la han metido hasta la bola.

Ayer era el turno de otro de nuestros tiranos asesinos preferidos, el Coma-andante Castro. La cosa ha tenido varios pasos y a cual peor: en primer lugar se ha despreciado a la oposición democrática en la isla al no invitarles a la recepción oficial del Día de la Hispanidad. En segundo lugar y por seguir en el mismo nivel, en la cumbre Iberoamericana que se está celebrando ya en Salamanca se ha acordado una Declaración Final en la que se obvian “temas espinosos” como la democracia y los derechos humanos, pero sí se hace una pomposa condena del famoso “embargo estadounidense”, una de las peores mentiras que circulan por el mundo y una de las mejores excusas de Castro para seguir con su régimen de represión, tortura y crimen.

Pero el colmo del ridículo es que tras tanto agachar la cabeza a los deseos del anciano asesino éste ha preferido tratar al gobierno español como a una novia a la que se desprecia y después de mantener durante semanas la incógnita sobre si estaría o no presente en la cumbre ha esperado al día antes para notificar que se queda en Cuba y ni siquiera se ha molestado en dar ninguna explicación oficial. Es, además, la segunda ocasión en pocas semanas en la que desprecia una invitación de Zapatero o sus ministros tras no aceptar el patético ofrecimiento a que sus soldados desfilasen por Madrid el día 12.

En resumen, nuestra política internacional consiste en arrimarnos a lo peorcito de cada continente para que, además, nos tomen a chifla. No sé si al final se aliarán, pero por lo pronto las civilizaciones se están riendo de nosotros a base de bien.

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