19 diciembre, 2005

El hombre que llevaba una cosa que hizo boom

Se ha publicado en el diario inglés The Guardian una información particularmente interesante sobre un comunicado de la BBC a sus propios trabajadores. En el mensaje de marras, del que se hacen eco algunos medios españoles, se conmina a los periodistas de la cadena pública británica a no utilizar el término “terrorista” a la hora de narrar las acciones que perpetren los susodichos.

Las razones de los responsables de la BBC para estas normas (que, todo hay que decirlo, son más “recomendaciones” que reglas de obligado cumplimiento) es que hay que mantener una “estricta imparcialidad”, lo que les lleva no a prohibir la palabra sino a usarla con extremo cuidado.

Tan extremo es el cuidado en el uso que se viene dando al término que, por poner un ejemplo, los muchachotes de ETA vienen siendo desde siempre “grupo separatista vasco”, nunca terroristas o asesinos. Lo más divertido (más que nada porque mejor reír que llorar) son los términos que proponen para sustituir la palabreja de marras: “atacante”, “hombre armado”, “hombre con una bomba”, “secuestrador”, “insurgente” y “militante”… vamos que cuidadito con la “iglesia militante” que cualquier día salimos por los aires.

En el comunicado se expresa también que muchas de estas medidas están destinadas a no perder la buena audiencia que los sites en Internet de la cadena tienen fuera de las islas británicas, es decir, hay que ser cuidadosos porque a determinado público no le gusta esa palabra.

Es decir: la BBC propone cambiar verdad por audiencia.

Puedo estar de acuerdo en que el periodismo informativo está hoy por demasiado intoxicado por la opinión, no sólo en los medios en los que esto es más evidente sino (y casi más) en aquellos que revisten su sesgo de una apariencia de objetividad más sutil y, por tanto, más peligrosa.

Sin embargo, la objetividad periodista (esa utopía) no puede basarse en no mojarse el culo, con perdón, sino precisamente en llamar a las cosas lo que son, especialmente en determinados temas en los que buena parte de la batalla se da en la educación y en la información. El periodista debe ser objetivo, pero… ¿está esa objetividad reñida con luchar contra aquello, como el terrorismo, que una sociedad civilizada debe rechazar? ¿O más bien consiste en ser parte la vanguardia de ese rechazo?

Yo, desde mi modestísima posición, me he decidido por lo segundo. La BBC, desde su atalaya, por lo primero. A partir de hoy elimino el link a su página.

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