01 diciembre, 2005

Esto ya no es broma

Ayer comentábamos por aquí, en el tono jocoso que pensábamos que merecía, la payasada que protagonizaron los cachorros de ERC. Sigo pensado que no fue otra cosa que una patética bufonada pero ayer, primero por la tarde y después por la noche y en directo para toda España desde la televisión, adquirió otro cariz, mucho más triste, mucho más peligroso…

Y es que el Presidente del Gobierno se negó a condenar la patochada fascista y liberticida que montaron los independentistas a la puerta de la COPE, no debería sorprendernos mucho de quien no condenó los ataques a las sedes del PP, ni las agresiones físicas a algunos de sus dirigentes, de quien, en suma, se aprovecha de la violencia de otros (y la estimula con su silencio y quién sabe si no la dirige) para crear el clima político que le interesa.

Antes era el exterminio político del Partido Popular, la creación de una falsa sensación de sociedad crispada (ellos que tanto acusan de crispar), la creación en el laboratorio de la manifa, la pancarta y el insulto de una mayoría social presuntamente descontenta que en realidad no existía; y de la necesidad correspondiente de un radical cambio político.

Ahora es la focalizar las dificultades políticas en España en los medios de comunicación que no bailan al son de su música; pretender que los problemas que los políticos han creado no existen, que los crean los periodistas de la derechona, la caverna; tratar de hacernos creer que todo va bien y que el que dice lo contrario miente. En suma: matar al mensajero.

Entonces se sirvieron de los exaltados de ultraizquierda a los que preparaban estupendas manifestaciones para que al terminar se exaltasen muy a su sabor, luego llegaba el silencio o el alegato justificativo, no muy distinto al de Otegi después de cada atentado. Hoy son unos pringados de ERC capitaneados por dos impresentables que no saben lo que es la democracia y no creen en ella, pero van repartiendo carnés de demócrata.

Pero lo peor de todo es el que tiene la responsabilidad de hablar y calla, el que debe defender la democracia y calla, el que nunca debería entrar en el juego de los que no son demócratas y calla y se beneficia, y callando aplaude e instiga.

Lo peor es el silencio culpable de José Luis Rodríguez Zapatero.

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